jueves, mayo 24, 2007

LA QUINTA MUJER

HENNING MANKELL

Nació en Estocolmo, Suecia, en 1948. Inició su carrera literaria en los años setenta como dramaturgo. Autor de cerca de veinte novelas. Director del Teatro Nacional de Mozambique.

El trabajo policial es siempre cuestión de encajar soluciones provisionales. Tenemos que hacer hablar al silencio y que las palabras cuentes cosas con significados ocultos. Tenemos que intentar ver a través de los hechos, ponerlos de cabeza para hacerlos ponerse de pie. Esta es la visión del trabajo policial de Mankell, visión que lleva a la realidad su más destacado inspector: Kurt Wallander.

Wallander, un policia para el que la imagen de su vida era una mañana temprano, a la hora del amanecer; otoño, niebla, frío húmedo; cuatro hombres chapoteando en el barro. Con una separación a cuestas y una hija, Linda, con la que tiene que mejorar sus relaciones, Wallander es un policia conocido en su ciudad y de reconocido prestigio.

En esta ocasión tendrá que enfrentarse a un asesino en serie, del que se desconocen las motivaciones de sus actos. Un asesino que mata con violencia y rigor, con horario y pulcritud. Seguiremos la investigación policial siempre con algunos datos más que la policia, pero sin poder atar nunca los cabos.

La trama es completisima, el ritmo vibrante con cuñas reflexivas sobre la labor policial y los movimientos sociales de los años noventa en Suecia, los personajes grandes trabajadores y personas conmovedoras (tipos solitarios, madres de familia), los secundarios variadísimos y amplísima su extracción social, y por última Ystad, la ciudad emblema sede y centro de toda la labor policial.

sábado, mayo 19, 2007

QUÉ FUE DE LOS MULVANEY

JOYCE CAROL OATES

(Nueva York, 1938). Varias veces candidata al Nobel. Ganadora de Premios como el National Book Award y el PEN/Malamud Award. Vive en Princeton y en su universidad trabaja como profesora de humanidades.

Los Mulvaney son una familia de cuatro hijos. Viven en una granja a las afueras de una pequeña ciudad. Luchan por buscar el reconocimiento por parte de la sociedad. Actuan según el dicho de : Haz a los demás lo que quisieras que los demás te hicieran a ti. Y todo les funciona bien.

Un día, la hija sufre un abuso por parte de un alumno de su Instituto. Las consecuencias familiares serán impredecibles, sobre todo la de su padre, que decide, por amor, separarla de la familia hasta que la herida se restañe. No ocurrirá hasta su lecho de muerte y completamente arruinado.

La vida del resto de los hijos también se transforma. El cristianismo protestante que vivian no sirve como sustento y parecen irse a la deriva: alcohol, venganza, filosofías darwinianas. Se ahogan sin norte, sin tabla de salvación. Incomunicación familiar, secretos, encuentros esporádicos no buscados.

Como si de una cuestión de edad se tratara, llega un momento en el que hay que volver. Un 4 de julio se produce una, ya olvidada, reunión familiar, donde todo parece volver a ser de color de rosas. Como si el tiempo de malvivir hubiera terminado, como si ese tiempo hubiera que pasarlo obligatoriamente, como si ese tiempo fuera normal, un tunel en el que siempre has visto la luz al fondo.

Sin concesiones explicitas, los temas sexuales están tratados con delicadeza y tacto, aunque en el conjunto de la novela cuentan con demasiado peso específico.

sábado, mayo 12, 2007

EL BANQUETE

MURIEL SPARK

Edimburgo (1918). Trabajó en el Foreign Office en Londres y en la revista New Yorker. Murió el 13 de abril, 2006.

OTRAS OBRAS: Memento mori; The Prime of Miss Jean Brodie.

El banquete no es la primera novela de Spark, ni la última, es concretamente la decimonovena. Es decir, otro hallazgo sin par en la escasa vida literaria del que escribe estas líneas. Ritmo, estructura, personajes, vocabulario, situaciones: todo parece estar extraído con una varita mágica, del sombrero de un prestigitador dispuesto a hacernos pasar unas maravillosas horas. Y a fe que lo consigue.

Sin necesidad de llegar a las doscientas páginas, todos y cada uno de los personajes quedan auténticamente retratados. No son pocos: los diez comensales del banquete, los sirvientes, y algunos otros que pululan por historias próximas, o antecedentes, del banquete. En especial Magnus Murchie, el guía-loco de una familia siempre dispuesta a sufrir los mayores contratiempos.

Bien es cierto que a veces el tono, o las reales situaciones que nos presenta, dejan que desear. Pero el triunfo de esta autora pienso que está en el presentarlos tal y como son, buscadores que no encuentran, aparentadores sin público, vividores sin hogar, vasos vacíos. Nos reímos de algunas de sus frases y de no pocos actos de su vida, porque rezuman idiotez vestida con elegancia; y nos preocupamos del final de sus vicisitudes sabiendo que no aprenderán, y que por ello, seguirán siendo los protagonistas de otras novelas de Spark. Para los que alguna vez creyeron que vanidad de vanidades, todo es heredar.

viernes, mayo 04, 2007

PORQUE ÉRAMOS JÓVENES

JOSEFINA ALDECOA

(La Robla, León, 1926). Formó parte del grupo literario de la revista Espadaña. Se doctoró en Filosofía y Letras por la Universidad de Madrid. En 1952 se casó con el escritor Ignacio Aldecoa.

Otras obras de la autora: Historia de una maestra (Anagrama); Mujeres de negro (Anagrama); La fuerza del destino (Anagrama); Los niños de la guerra (Anaya); Confesiones de una abuela (Temas de Hoy); La enredadera (Quinteto); En la distancia (Suma de letras); Fiebre (Anagrama).

Porque éramos jóvenes es una lograda disección de un personaje, David, a través de las cartas de un amor juvenil: Annick, los recuerdos de su mujer y su mejor amigo: Genoveva y Julián, y pequeños detalles de infancia y juventud con sus padres. La autora consigue esa tensión que maneja y domina nuestro sentido de la curiosidad al ir dándonos a conocer con pequeñas dosis a un hombre que nunca acabará de sernos familiar.

La estructura de la novela es singular. Tres partes diferenciadas cronológicamente, varios capítulos en cada parte, y tres secciones en cada capítulo que se corresponden a las tres visiones que la autora nos ofrece. Esta estructuración aporta agilidad, como si se tratara del movimiento circular de una cámara de cine sobre un actor, cámara que, ademas del movimiento de rotación, se atreve a subir y bajar, hacer loopins y situarse inversamente al personaje.

Consideraciones acerca de la independencia, la soledad, la maternidad, el amor perfecto, la realización personal, completan un cuadro quizá excesivamente cerrado en el yo. Sin aperturas trascendentes, siempre con dobles juegos y lugares interiores escondidos, con muros que se levantan y con incapacidades de superación.