UN DÍA DE CÓLERA
ARTURO PÉREZ-REVERTE
Una revolución de navaja
Decía Simón Bolivar que «para juzgar de las revoluciones y de sus actores, es menester observarlos muy de cerca y juzgarlos muy de lejos». En Un día de cólera, el escritor Pérez-Reverte (Cartagena, 1951), ducho en historia y guerras, cumple con los requisitos exigidos por El Libertador venezolano.
La cercanía en la observación porque Pérez-Reverte se ha documentado con profundidad. La novela, además de un extenso elenco bibliográfico, incluye un mapa extensible que permite al lector reconocer los lugares y moverse por las calles de Madrid durante la feroz jornada. Los personajes, tanto los principales: los capitanes Luis Daoiz y Pedro Velarde, y mosiú Murat; como los secundarios: la masa popular, el populacho, que se amotina, y que son unos 350; son todos auténticos, porque el autor ha utilizado las listas oficiales de muertos y de heridos. Según sus propias palabras, la invención es sólo el 25% de la novela.
La lejanía en el juicio es quizá menos plausible. Pero existe. Basta considerar que está por cumplirse el segundo centenario de los hechos que se narran. Pérez-Reverte se limita a presentar esos hechos. «Quiero que el lector corra con el aliento de los caballos franceses a la espalda», esta es su exclusiva intención, lejos de cualquier moralina o enseñanza socio-política. Los acontecimientos se cuentan desde dentro. Se huele la pólvora de los cañones y de la fusilería, se oyen los gritos de los heridos y las ropas se manchan de sangre ya coagulada, se ven las manos alzadas y las bocas contraidas de quienes son fusilados, se saborea el gusto amargo de una inmerecida derrota.
Pero, ¿es una novela escrita por un literato? ¿O acaso es un libro de historia redactado por un historiador, una crónica en tiempo real narrada con documentos de la época, o un reportaje periodístico contado por un corresponsal de guerra? Pérez-Reverte dice: «Este relato no es ficción ni libro de Historia. Tampoco tiene un protagonista concreto, pues fueron innumerables los hombres y mujeres envueltos en los sucesos del 2 de mayo de 1808 en Madrid». ¿Qué es pues?
Vamos a dejarlo, y no es poco, en un texto que intenta rendir homenaje a aquellos que, por unos ideales, se levantaron en armas contra quienes les avasallaban. Un texto que dibuja con maestría las vicisitudes, el qué hicieron y cómo lo hicieron, de un grupo de españoles en la defensa del Parque de Monteleón, que era todo Madrid. En una jornada que pasó a la historia, y que por esta razón, no debe ser olvidada.
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